domingo, 7 de septiembre de 2014

TOLDOS TUS MUERTOS

Cuando yo muera
no quiero que cierren la calle,
quiero que la abran,
que la hagan más ancha,
que la iluminen y pinten las aceras de colores,
que tapen los huecos y recojan la basura.

No quiero que pongan un toldo
ni que se pongan a hablar acerca del webon aquel,
ni que lloren, ni que lamenten mi partida,
no quiero café, ni quiero galletas.

No quiero que tengan que sudar
ni sentarse con gente que no me pertenezca.

Quiero que me abran el pecho
que me saquen el corazón
y que lo prendan en candela 
porque desde hace rato se me viene incinerando,
al final de toda la historia 
será lo mas valioso que tendré.

Mi cuerpo entero lo quiero en cenizas.

No para que sean esparcidas romanticamente en algun sitio antojoso,
sino para que ningún Domingo cualquiera
otro webon como yo se encarame en mi tumba
para ver como encierran un alma más en el cementerio.

Quiero que si van a juntarse
sea para mirar un rato al cielo
y mirarme como me miro todos los días
                                                                volando.

Abriendo las alas a ese mundo al que pertenezco,
celebrando que un día de esos
la vida decidio liberarme 
del cuerpo que me amarraba
a esta tierra 
a esta tierra que desde hace tanto me tenía preso.

Si me falla el acero
y la vida no me lleva
sino que decido llevarme
quiero que lo entiendan.

Que me entiendan.

Que no se pregunten cosas que solo yo sabría.
Que me quieran como se quiere
a una persona dueña de sí, 
dueña de su alma y de sus vuelos.

Cuando muera.

Quiero que esa calle no cese,
no detenga,
no apabulle,
ni sorprenda.
Que sea mi pista de despegue
hacia donde siempre he soñado retornar.
Que se despidan de mi
como se despide uno de cualquier pasajero en tránsito,
en tránsito y en extinsión,
porque ya quedamos pocos.

Que se curen los enfermos
y que los presos vuelvan a casa.

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