"Ojalá que no pueda
tocarte ni en canciones..."
Pero limpiamos la casa...
Como un decreto de independencia, como una especie de grito pa dentro de que las cosas pueden mejorar...
Pero aun hay ropa sucia y eso a veces es inevitable. La ropa sucia es la eternización (existe esa palabra?) de nuestras carencias pero desde una trinchera mas personal, mas propia, mas hedionda.
Pero hay café...
Y me siento con la laptop en las piernas cagándome de frío pero con la certeza de que todo es un síndrome, unas consecuencias post nucleares de decisiones superiores, de una fuerza que va mas allá de nuestro entendimiento, un poder supremo y divino, de unos hilos que nos mantienen suspendidos y tambaleantes, con sonrisas dibujadas en la madera que es nuestro rostro (automata)... Dándole forma a cada una de nuestras mas aplausibles (aplaudibles?) cagadas, paseándonos cual títeres, que somos, a lo largo del camino y dejándonos en cada esquina con esa mirada de aquel niño que no pudo ir a la piscina, a la piñata, al mar.
Pero cambiamos,
Por necesidades tácitas o implícitas en nuestra vida, por acentos o por comas, por ser o por dejar de estar, por ti mismo o por aquel que es incapaz de reconocer la mas grande modificación universal o el simple recalentamiento global sucediendo delante de sus mismos ojos que pronto serán de la misma tierra a la que aun el mismo no le concede el honor de existir.
Cambiamos por que, ya lo han dicho, solo lo que esta muerto no obedece al cambio... Estamos vivos, aunque el corazón falle, se arrugue, se detenga a soplos o respiros, se crezca o se disminuya en si por cuestiones mas patológicas que universales.
Cambiamos porque nos atrae aquella vaina de ser lo que debamos en el momento que se necesite, cual comercial de Nikkon, arrojados al huracán que puede resultar la vida por el solo hecho de decir... A la puta madre, estuve ahí, lo intente, lo hice.
Pero nos detenemos,
porque no importa nuestra intención para con el universo, sino los dobleces que forjemos en la barra de hierro del planeta propio.
Porque no nos pertenecemos, somos una especie de recopilación de causas ajenas que nos vomitan al mundo como consecuencia.
Somos un suspiro que viaja de aliento en aliento y se pierde en la brisa, que se sucede en sabor marchito, que cuando percibimos, guardamos silencio sintiendo como si ya hubiese pasado, como si de repente una voluntad sobrenatural nos robara un momento de atención, de mirar alrededor, de ver quién.
Pero malentendemos,
Porque esas señales son vagas, o somos incapaces de prestarles atención.
Porque resulta mas fácil denunciar al cambio que a nuestra necedad. Resulta mas grato el aroma del café que del suspiro. Resulta mas tangible limpiar la casa que planchar el corazón.
Todos los caminos van a Pichincha.
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