He visto amigos despedirse en medio de un abrazo,
con los ojos aguarapados,
lamentando el viaje...
Y no creo en losombres.
He presenciado como un suspiro
le roba la energía eléctrica a un estado...
Pero no creo en la magia.
He oído a un niño
contarme de la preocupación que le representan
los niños que no tienen casa...
Pero no creo en la humanidad.
He sentido,
con los años,
como me va costando tanto subir la escaleras,
encaramarme en un andamio,
cosa distinta cuando tengo que leer tus besos
o perderme en tu espalda, en tu cuerpo...
Pero no creo en el amor.
He presenciado,
a lo largo de mi vida,
las cosas más injustas y a veces he sido parte de ellas...
Por eso ya no creo en Dios.
No como me lo han vendido, como me lo han querido hacer creer.
Porque no solamente necesito creer que hay alguien que me va a salvar...
También necesito sentirme salvado.
Necesito que alguien me salve... Ese alguien soy yo.
Dios somos nosotros,
en presencia plena.
No importa que ya lo haya dicho Cordera.
Que la luz les sea infinita.
Siempre.
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