Es como la luz, que de nada sirve si no te permite encontrar las llaves a la medianoche o si no atraviesa la ventana para verle despertar. Sería una energía inerte, inservible. Vana. Pero la luz decide fluir, encandila, a veces te deja ciego y también es suave, da calor e incluso hay la luz fría, que es un gesto noble ante la oscuridad.
Esta energía debe cambiar su entorno, el amor no decidió manifestarse un día para ser adorado o para dejarse embelezar de su existencia. Debe tener una cuota de sentido, de utilidad. El amor crea, se transforma en cualquier cantidad de energías diferentes y da pie a cualquier variedad de sentimientos... Incluso el odio, que es su contraverso. Porque el amor una vez que sucede no deja nada igual a como estaba, si su umbral te es cercano tendrás que ser distinto, no por decisión propia sino por esa radiación energetica o por las maromas de aquellos que manipulan esas divinas energías, pero ese ya es otro tema.
Una vez afectados de esta energía nos es urgente aprender sus dimensiones, la fortaleza de aquellas decisiones que bajo su efecto se tomen y cada color de cada cosa que desde ese momento hayan cambiado su tonalidad, sí, la calidez del amor satura un poco las texturas de nuestro entorno.
Una vez que nos yace somos nosotros los que decidimos en que la vamos a transformar, no otro. En nosotros esta el foco hacia donde se va a emitir, nosotros somos quienes decidimos si esta energía esta bien direccionada o no. Somos un faro de luz, con la diferencia de que nuestra base aterrada no existe, en nosotros es una fuerza totalmente maleable. El faro de una plaza ha patrocinado los mas hermosos momentos como el de aquel niño que aprendió a manejar bicicleta aquella noche de verano... Y ha sufrido la inutilidad de ver un perro morir de frio, bajo su luz.
Esta energía que nos pertenece debe cambiar al mundo. Debemos y tenemos el deber de hacer de ella una luz, pero una luz con manos y piernas, con oidos y lengua, dispuesta a hacernos un espacio mejor, para nosotros, para todos.
El amor es una energia y, como tal, la podemos desperdiciar, es nuestra decisión qué hacer con ese poder, que es la razón esencial de la vida misma, es la razón de cada cosa que sentimos vibrar, porque es fuego y es aire, es agua y es tierra. Jamás será inerte, jamás será de nosotros, sino con nosotros.
Gracias.
1 comentario:
Yo tengo algo que decir... Te quiero 😊gracias a ti 😘
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