“Dios santo...
Qué bello Abril!”
está muy cerquita.
Tanto,
que a veces me sorprende la mañana
con las puntitas de los pies llenos de arena.
Tanto,
que la ola,
tan necia,
a veces amanece inundándome las sabanas
y las almohadas son pececitos
que me acompañan a nadar.
Pececitos complices.
Tanto.
Que las estrellas en el cielo,
esta noche y todas las demás,
son estrellitas de mar.
Y eres la gaviota que vuela,
y la mariposa,
y las nubes
y toda la mañana en su esplendorosa sonrisa,
y eres canción que canto, eres el sol,
pero en la noche no.
En la noche eres mar
y tienes nombre de un suspiro menguando,
y barquitas te adornan
y danzan de aquí para allá
mientras duermes,
mientras vuelves.
Negra.
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