Por eso a veces
me descompongo en estrellas.
Por eso,
algunas noches,
te embelesa el cielo
y no sabes por qué.
Por eso brillo,
si te veo,
si en mi vuelo te tropiezo
y quedo suspendido en un resplandor inmenso,
sobre tí.
Por eso
algunas veces el cielo se cubre de un gris intenso,
oscuro,
tempestuoso...
Ese gris que antecede a los desastres,
desastres de que no estás
no estás y no vienes,
no ahora,
sino después de la tormenta.
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