martes, 23 de febrero de 2016

Crónicas del atardecer de un Viernes.

Ayer fue un día de la mierda...
Me volvieron a robar el celular, dejándome incomunicado, parí buscando un simple tornillo para armar un aviso y bueno... se resolvió gracias a la diligencia de un particular.
No obstante, faltó un cuerpo de andamio y tuve que encaramarme en un poste con la cagueta del mundo lo que terminó con la torcedura de mi tobillo malo.
Nos agarró la noche recogiendo herramientas
y con Sebastián adherido y hambriento,
pasó un vendedor ambulante de arepas y nos saldó la deuda con el estomago...
Todos comimos, todos contentos, hasta Sebastián dejó de oirse unos momentos mientras se metía su arepa de atún sentado en la acera,
infinito...
Eterno.
Volvemos a la oficina, aun falta, pero la pega de los pendones se secó y no nos habíamos percatado... Así que se jodió el trabajo, pero la Señora dice:
- No se preocupe hijo... La camioneta se jodió asi que no saldremos hoy de viaje, hagalo tranquilo en la mañana y me avisa.
Solté un "Dios sabe lo que hace", por una razón o por otra el viaje no se iba a dar.
Recogemos lo que hay que recoger y salimos apurados, son las 9 y pico... "Todavía pasan carritos..." me dicen.
Sin embargo, siento que a esa hora no van a pasar.
Nos dirigimos a la parada, pues, cansados y yo un poco desmoralizado, Sebastián tranquilo y callado, mostrando una enteresa envidiable.
Me encuentro a un Camarada en la parada, nos saludamos y nos cagamos un poco de risa acerca de las webonadas que hablamos, y sin querer se me recompone un poco el cuerpo, sentí que debíamos reír siempre... Hasta de lo malo, como un compromiso con la ciudad.
De repente, ZAZ! Aparece un carrito vacío de las Velitas...
Me quedo anonadado, nos montamos y ahí vamos.
No se montó mas nadie. Pudiese decirse que el carrito nos fue a buscar. Al llegar casi a la esquina donde me tocaba bajarme (y confieso que en ese momento me dije: hubiese pagado un taxi, el cansancio y el dolor del tobillo me tenían mal), pregunté: sigue derecho Compa?,
- "Si!, por qué" me respondió.
- "Ah, yo voy a la derecha! le dije... Dejeme en la esquina, por favor"
El señor cruzó y me dejó demasiado arrimado a la casa...
Me asombré, pensé: Mierda, yo estoy mamao, imagínense este señor... Y con toda la buena voluntad del mundo me acercó a la casa en un momento en el que lo necesitaba con la urgencia de cien mil dolores.
Bajamos del carro, se me salió un "Dios lo bendiga compaio!"...
Y ahí estábamos, Sebastián y yo luego de una batalla de dimensiones bíblicas en contra de las fuerzas adversas que nos circundan...
Sebastián había pasado uno de los peores días de su vida, aguanto hambre, sed, ganas de jugar, ganas de quejarse, ganas de llorar... Y se comportó a la altura de la situación que nos ocupaba.

- Te cargo hijo?
Si, pero no me digas bebé...
Lo cargué, y le mamé gallo "vengashe mi bebeshito"
Sonreímos.

Atravesamos el callejón oscuro que separa la Avenida del Edificio, y mientras caminaba sentí que habíamos ganado una batalla... Que aunque estaba cojeando y el hambre me estaba acojonando el estomago... Aunque mi hijo estaba malogrado por tanta verga y aunque nos dolía hasta el aire... Había algo mucho mas importante flotando sobre nosotros en ese momento. Teníamos el pecho lleno de intentos y de sueños. Eramos como los soldados que llegan hechos mierda de la guerra y llevan en la frente sendas marcas de fe.
Si podemos, no importa lo que la vida nos juegue, ahí vamos... Aun quedan muchas esperanzas y mucha gente hermosa en este mundo. Claro que si.
Si tuviese que definir mi vida con una imagen... Sería esa.
Sebastián y yo atravesando ese callejón. Uno cargando al otro. Yo a él en mis brazos y él a mi con su corazón.
Juntos, inseparables, uno solo.

1 comentario:

@manuhel dijo...

Por la parada por favor...

Las Velitas tiene la misma ruta, aunque la rooselvet ahora se llame alíprimera y aunque la zamora ahora tenga la flecha invertida.

¡A mundo Coro!