martes, 10 de febrero de 2015
De la lengua, de los dientes y de las sonrisas.
La verdad no puede andar por ahí destrozando las sonrisas... No puedes ir cabalgando indómito y sintiéndote libertario de las almas, no puedes usar la espada de tu lengua ni oculta ni justificada, impregnada del veneno de la realidad... No, definitivamente no, la felicidad necesita espacios, cielos, estrellas y pajaritos, necesita playas y ríos, necesita miradas cómplices y bocas cerradas, necesita mentira, necesita falsedad, necesita que sonrías andante al tarantín que pinturreado te simula el cielo al que, cual autómata, vas apurado... Pero que en realidad oculta el infierno tras sus tablas mal clavadas y olorosas a pino podrido. Necesitamos hacernos un poco mas los pendejos, necesitamos volver a los "ese es supeo" sin dilatación, lo necesitamos tanto como a Pichincha.
Que se curen los enfermos
y que los mentirosos regresen a casa.
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