sábado, 3 de enero de 2015
Señora.
Esta tarde
me levanté lleno de olvido
en el pecho y los ojos,
un olvido desesperado.
Que se viste de tus ropas,
que me mira con tus ojos enormes,
que me grita cuentos que me contabas,
pero que no se me acerca,
que no se sienta a mi lado.
Que se queda suspendido
en la linea del tiempo y del espacio.
Que se eterniza en un intento infinito,
lleno de pretenciones y morisquetas,
pero que no termina de llegar.
Me ocupa el olvido,
no el recuerdo,
el recuerdo flota en la gente y sus lugares y sus palabras,
es perenne,
el olvido cierra y apaga la luz,
descansa.
Golpea la puerta,
se asoma en la ventana,
tiene tu olor
y el color de tu piel.
Es un maldito impuntual,
irresponsable,
sádico y punzante.
Lapidario y relajado,
se desvanece en cada parpado cerrado,
no es mio,
no me pertenece
ni hace caso a mis propuestas.
Indecente.
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