jueves, 17 de agosto de 2023

Gulliver

Hay días 
en los que quisiera bajar la santamaría
                                                               e irme.
Hay días 
donde me habita 
un cansancio que se me mece en las costillas,
no un cansancio cualquiera
no hablo del tedio de una cola
ni el trajín de sobrevivir
mucho menos lo penoso de vestirte,
este baila y se zarandea
funge desaforado en cada milimetro impoluto de mi cuerpo.
Lo hace con desdén
como si supiese que lo estoy mirando.

Impoluto,
todo mi cuerpo
desde el vientre donde ese cansancio se pasea 
                                     porque he sido madre
hasta la parte más recondita de mi sien.

Impoluto mi cuerpo, 
menos el corazón.

Porque se cunde de arterias, válvulas, músculos,
se altera y se relaja,
salta, se detiene
según los colores que mire este servidor,
según las veces que lo miras.

Ahí no siento el cansancio,
que sigue danzando mientras escribo esto,
ahí corro tras el carajito descalzo
que le tira piedras a la mata de cemeruco que tengo en el pecho,
el coñito que rompe los nidos,
ahí lo calmo,
ahí lo abrazo,
ahí le rezo,
ahí juntos convertimos su cansancio en esta canción.

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